La idea es así: Los participantes se tiran a
dormir. A medida que se van levantando, tienen que contar lo que
soñaron. Un jurado (en donde no se permite gente con cirugías estéticas)
pone un puntaje a los sueños. Al ganador, le reproducen el sueño.
Ese es
el programa que haría si fuera emperador del universo.
25 junio, 2012
14 mayo, 2012
Otras Vicisitudes
La primera vez que se me
reveló, sin siquiera sospecharlo, que esa noche iba a hacer el amor
con una mujer las cosas no fueron bien. Cuando digo que no fueron
bien quiero decir que no se me paró. Buscar motivos es querer buscar
excusas. Puedo decir que estaba nervioso porque la chica era muy
linda, mayor que yo, y la había conocido esa noche. Puedo decir que
había tomado bastante. Puedo decir que no tenía forros, y en estas
épocas eso es más que motivo para ponerse nervioso. También puedo
decir que iba a ser mi primera vez. Creo que ese motivo vale más que
todos los otros. Esa mañana fue una de las más grises de toda mi
vida. Volví a mi casa como quien vuelve de un velorio.
Siempre tuve buena
suerte, el hecho de que haya dejado de ser virgen es la mejor de las
pruebas. Quedamos en vernos al otro día, o quizás a los dos días.
Ella vivía con una amiga que se volvía los fines de semana a su
pueblo. Fue una tarde, a la hora de la siesta más bien. Sinceramente
he olvidado los detalles. Seguramente yo hice todo mal y ella hizo
todo bien. De eso estoy seguro. De alguna forma los astros se las
ingeniaron para que esa tarde todo estuviera alineado. Con la
práctica, parece cosa fácil, pero aún recuerdo la zozobra de no
encontrar bien el lugar en donde meterla. Hablando de libros, se
suele decir que existen dos placeres. El de leer, y el de haber
leído. El placer de leer lo fui descubriendo con el tiempo. El
primer placer que recuerdo fue el de haber leído, o, para dejar de
lado los eufemismos, el de haber cogido. La inmensa felicidad de
creer que uno ya es un hombre.
Esa tarde volví a mi
casa y el mundo me parecía el mejor de todos los mundos. Una rato
antes había estado jugando Argentina; había ganado un partido
importante. Algo mi viejo debe haberme visto en la cara, porque a mí
nunca me gustó mucho el futbol, pero ni bien llegué me preguntó si
no quería que fuésemos a festejar. Sin dudarlo un segundo asentí.
Subimos al auto y partimos a los bocinazos hacía el monumento. Toda
la ciudad, el país entero, se juntó a festejar con nosotros.
08 mayo, 2012
Sunchales
Hoy,
seis de mayo del dos mil doce
la
luna brillará más que nunca.
Desde
mi balcón
sólo
se ven edificios.
Compro
puchos en el camino.
A
tres o cuatro cuadras
el
parque se asoma al Paraná..
Una
pareja improvisa un picnic
bajo
la torpe luz
de
demasiados faroles.
No
es fácil escaparle a la ciudad.
Al
norte, la parte edificada se interrumpe.
El
césped está húmedo
y
apenas una lámpara
felizmente
insuficiente
vuelca
su luz cada cincuenta metros.
Sobre
la margen del río
crecen
sombras como árboles.
Al
verme pasar,
una
pareja se levanta asustada,
y
vuelve a dejarse tragar
otra
vez por la noche.
Distante
y perdido
encuentro
el lugar perfecto
para
cometer un crimen
o
drogarse.
Ahí
se puede oír
el
correr oscuro del Paraná.
Entre
las ramas
veo
la luna.
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Verso
17 abril, 2012
Yoga
He invertido gran parte de mi vida en aprender a tolerar
cosas que no me gustan. Hoy día creo que podría tener una novia que
no me guste, un trabajo que no me guste, una casa que no me guste y,
así y todo, ser feliz.
Eso lo decía como un chiste. Un chiste que casi nadie
entendía. A Natalia le dio lástima cuando lo oyó, pero sonrió
igual.
–Por eso –añadió Rodolfo devolviendo la sonrisa–,
si el análisis me da para el orto, va a estar todo bien igual.
–Listo –dijo Natalia, y le dio un algodón mojado en
alcohol–. Apretá fuerte.
Luego vació la jeringa en un tubo de ensayo, tiró la
aguja hipodérmica en un contenedor especial; el resto (jeringa,
sangre adosada que comenzaría a coagularse) al tacho de basura
(jeringas, algodones, y más sangre que se iría mezclando con más
sangre a lo largo del día).
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Cuentos
25 octubre, 2011
El Beso
Había
estado esperando más de un cuarto de hora, hasta que su suegro
terminó el vaso de whisky y fue a servirse otro. El gran hombre se
la pasaba hablando de dinero, sugiriéndole negocios, y tenía la
molesta manía de colgarse de su brazo para reclamar su atención.
Por suerte había quedado atrás, y antes de notar su ausencia,
estaría aburriendo a algún otro con sus peroratas. Atravesó el
salón –donde algunas parejas comenzaban a bailar– y se escabulló
de la fiesta ajeno a las miradas.
13 septiembre, 2011
Cetribæ
Esa tarde me tocaba leer
a mí. Eran unas veinte personas escuchando sentadas, expectantes,
inútiles; al fin y al cabo no eran ella.
Comencé a leer. La
historia empezaba en el jardín de infantes. Unos ojos verdes, ese
verde que luego se va perdiendo con el tiempo, ese verde que la vida
va apagando y es imposible encontrar en un adulto. Ella tenía ojos
así de verdes, pelo oscuro, unas manitos que se perdían en los
pliegues de su guardapolvo azul, como todos los otros guardapolvos
azules, aunque ninguno tenía esas manos, ni esa boca breve, esos
labios que nunca sonreían, salvo, a veces, cuando se perdía en sus
pensamientos.
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Cuentos
23 agosto, 2011
Sanjuanino
Se
enteró, preguntó el Sanjuanino, ya le pusieron nombre. Durand lo
miró con odio y luego volvió al trabajo. Valentina, creo que le
pusieron. Durand cerró el puño sobre la hoja en que estaba
trabajando. Sí, ya sé que es feo, se parece más a una Marta, una
Elsa a lo sumo. Durand se paró de golpe, arrastrando la silla.
Bueno, bueno, no lo molesto más, Doctor, dijo el Sanjuanino viendo
que había logrado su objetivo. Es por una canción, sabe. Siga
trabajando, que yo me voy a hacer unos mates.
Al Sanjuanino le gustaba molestar, especialmente al
ingeniero Durand, nomás por saberlo cascarrabias. Salvo por un
sereno que se quedaba en el piso de abajo, no solía haber mucha más
gente por las noches. Antes de que trajeran la máquina, la primer
computadora del país, ni siquiera el Sanjuanino se quedaba después
de las doce.
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Cuentos
08 agosto, 2011
El Resto
“Un arte cuya forma exige
no ser descubierta”
-R. Piglia, Prisión
Perpetua.
No nos perdamos en
detalles, amor, vayamos al grano.
Nicolás me dijo que
desde hace meses solo piensa en una historia. Que por más que trata,
esa historia está ahí, clavada en la piel, alfileres atravesándole
los párpados, sangre recorriendo las mejillas y volviendo a su boca.
Un círculo perfecto puede ser también una cárcel perfecta.
No nos apresuremos.
Puedes bajar la montaña corriendo y llegar al valle en un abrir y
cerrar de ojos; pero si bajas despacio, puedes cogerte a todas las
cabras en el camino.
Melina había sido criada
en el campo, abandonada por su padre. No en vano soy profesora de
lengua, me dijo, sacándose la pija de la boca y mirándome a los
ojos. Una sonrisa deliciosa.
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