He invertido gran parte de mi vida en aprender a tolerar
cosas que no me gustan. Hoy día creo que podría tener una novia que
no me guste, un trabajo que no me guste, una casa que no me guste y,
así y todo, ser feliz.
Eso lo decía como un chiste. Un chiste que casi nadie
entendía. A Natalia le dio lástima cuando lo oyó, pero sonrió
igual.
–Por eso –añadió Rodolfo devolviendo la sonrisa–,
si el análisis me da para el orto, va a estar todo bien igual.
–Listo –dijo Natalia, y le dio un algodón mojado en
alcohol–. Apretá fuerte.
Luego vació la jeringa en un tubo de ensayo, tiró la
aguja hipodérmica en un contenedor especial; el resto (jeringa,
sangre adosada que comenzaría a coagularse) al tacho de basura
(jeringas, algodones, y más sangre que se iría mezclando con más
sangre a lo largo del día).