07 diciembre, 2010

Premio Oblogo y Tres Cuentos de Fusilados

Gracias a un afortunado desliz del destino, que quiso que uno de mis cuentos (Final Abierto) obtenga el favor del jurado en el premio Oblogo - Banco Hipotecario, tengo el honor de poder compartir con ustedes esta grata noticia.
Quiero aprovechar la ocasión para agradecer a todos los que siguen el blog y continuamente me alientan y acompañan en este camino. Y por supuesto, muchas gracias también al jurado y la gente de Oblogo, que llevan adelante un proyecto sumamente admirable.
Bueno, como para que no sea todo puro pavonearse y agradecimientos, a continuación van tres cuentitos que tenía anotados medio al margen de un cuento que estaba escribiendo (que ya terminaré).

Tres cuentos de fusilados
Era el mejor soldado, pero había cometido un terrible desacato. Sus compañeros, debían fusilarlo esa misma tarde. Era una injusticia, lo sabían todos, pero el general tenía su carácter. Acordaron que ellos también se rebelarían; cada vez que les ordenasen fuego, errarían el disparo a discreción.
Llegada la hora de la ejecución, a la primer orden, todos dieron en el blanco.
***

Un preso a punto de ser fusilado le pregunta al otro:
¿A qué no sabés que le dijo un fusilado a otro?”.
No. ¿Qué le dijo?
Entonce el general dio la orden de fuego y se terminó el chiste.
***

Tres condenados marchan al paredón. Uno es un ladrón decidido y el otro uno arrepentido; el tercero, quien dice ser el salvador, refiere al segundo que su arrepentimiento habrá de salvarlo. Dispuestos los tres, el general da la orden de fuego que derriba al salvador y al ladrón decidido. El ladrón arrepentido busca en vano la herida en su cuerpo y sonríe mirando al cielo. En eso disparan la segunda descarga y muere pensando que se salvaba.

26 octubre, 2010

Las mujeres no me leen

Las mujeres no me leen. Ojo, no digo que no me lean a mí, porque a mí sí me leen, de hecho, soy bastante predecible en algunas cosas, y con el tiempo me van adivinando fácilmente. Tampoco hablaba de mis cuentos. Realmente no podría decir que las mujeres me leen menos que los hombres y, así no leyeran mis cuentos, que por otra parte casi nadie lee, no sería eso de lo quiero hablar.
De lo que quiero hablar, o mejor dicho escribir, es de que las mujeres no me leen. Aunque dicho así es confuso. Mejor sería decir que “mis mujeres no me leen”. Y digo mis mujeres para referirme a las mujeres que están conmigo, aunque en realidad no sean mías. De hecho, no se me ocurre que una mujer pueda ser de nadie, salvo de sí misma. Claro que, si tuviera una hija (yo, no la mujer que es de sí misma), entonces sí diría que es mía. Porque yo la hice. Pero eso al principio, hasta que ella empiece a hacerse sola. Y ni idea cuando uno empieza a hacerse uno, pero en algún momento será, de eso no me caben dudas. Por tanto si tuviera una hija, ahí sí, sólo ahí, diría que es mía. Y también de su madre, claro; aunque no por eso menos mía. Y posiblemente su madre sería una de esas que no me leen, de las que yo digo que son mis mujeres, pero en realidad nos son mías.

14 octubre, 2010

Más Relatos de Juan

9
Luego de investigar arduamente el tema, Juan inventa un test para detectar sueños: una serie de preguntas que al ser formuladas determinan si uno está soñando. El test no falla nunca, funciona tanto con sueños eróticos como en las más oscuras pesadillas. Todos despiertan sin problemas; comienzan a formular las preguntas y ni bien descubren que se trata de un sueño abren los ojos. Un día, o quizás una noche, no estamos del todo seguros, Juan despierta.

10
Un telegrama informa a su familia que Juan ha muerto en la guerra. Al tiempo, ignorando este detalle, Juan regresa a su casa. Hay fiesta. Sus padres no quieren ni dormir, temen que al despertar todo haya sido un sueño. El destino corrige sus errores, a la semana Juan muere en un accidente. Sus padres, sin atreverse a confesarlo, están seguros de que, cuando menos se lo esperen, volverá a aparecer.

11
Juan, un conocido blogger de internet, decide crearse un alter ego para poder expresar sus ideas más radicales sin alterar su reputación actual. Al poco tiempo, su alter ego comienza a acumular seguidores; sin embargo, descubre que aun no es tan sincero como debería, pero, temiendo perder a estos últimos debido a un cambio de linea, opta por crear un segundo heterónimo, aun más crudo y ácido. Contrario a lo que hubiese esperado, gran cantidad de seguidores comienzan a prestar oídos a este segundo, que, de tan rebelde, jamás se le podrían escapar cursilerías como las escribe Juan sin comprometer su fama. Entonces, reflexiona, así tampoco puede decir lo que desea. Tarda, pero al fin comprende que sin identidad es imposible decir lo que se piensa.

*** 

Pueden leer los primeros relatos de Juan acá: Relatos de Juan

También aprovecho para comentarles que mi cuento Final Abiero ha sido publicado en la revista Oblogo que puede conseguirse en muchos lugares de la ciudad de Buenos Aires, o leerse online en la página de la revista.


29 septiembre, 2010

Hoy No

¿Cuántas noches pasamos juntos?
No llevo la cuenta.
¿Cuantas nos quedan?
Diez
Mil quizás
La muerte, el odio, la indiferencia
Tarde o temprano todo termina

Pienso en cuando nos conocimos
aún queda el vago recuerdo
de tu olor ese día,
tus dudas y la certeza
de que perdimos una noche.

22 septiembre, 2010

La casa de al lado

Era una casa antigua. Un tapial no muy alto, terminado en unas rejas, cubría el frente. Luego venía el patio, que se extendía por el flanco izquierdo de la casa que, al igual que la vieja que vivía en ésta, estaba muy venida abajo. La arquitectura era de estilo chorizo. En el techo, alguien, alguna vez, había tratado de construir algo; sólo quedaban escombros.
A ambos lados de la casa había edificios, y en uno de ellos vivía yo, pero seguiré narrando la historia en tercera persona, porque es más fácil contar esto como si le hubiera pasado a otro.
El edificio de la derecha también era viejo, y en el segundo piso, donde vivía este chico, el pasillo –porque había cuatro o cinco departamentos por piso– terminaba en una pequeña terraza/tendedero desde donde se veía como la vieja, todas la tardes, alimentaba a los gatos del barrio.

16 septiembre, 2010

Colaboraciones: Gato Blanco y Telita

Primero: salió la revista Gato Blanco, publicación trimestral de arte, literatura y cultura general. En la misma pueden encontrar textos de Mara Pérez, Gisele Amaya Dal Bó y (no todo es color de rosa) también algo mio. Por ahora, los porteños pueden conseguirla en:
* Librería Biblos, Puán 378
* Gambito de Alfil, Jose Bonifacio 1402 (esq. Puán)
* O pedirla por email a revistagatoblanco@gmail.com y te la hacen llegar.

Segundo: La semana pasada se publicó una colaboración mía (siempre yo,  yo, cuanto ego, che...) en el blog de MariaCe. Pueden ir a leerla siguiendo el link: http://mariadecerca.blogspot.com/2010/09/telita-v-nico-aimetti.html

Borges junto a Beppo, su gato blanco.

07 septiembre, 2010

Evolución

Finalmente, después de errar por mucho tiempo, la humanidad evolucionó. Un día, así como así, todo la obra de Shakespeare había sido incorporada a nuestro mapa genético. Por mero instinto, cualquier ser humano era capaz de interpretar sus textos con la misma facilidad que supone el caminar.
Todos llevaban a Shakespeare en la sangre; cualquiera era capaz de morir de amor o sufrir el complejo de Hamlet con singular grandeza. Los villanos urdían siniestras estrategias para matar de celos a sus contrincantes, mientras tanto, otros, retozaban por la vida como chanchos, como Falstaff. Cuando los regicidas no enloquecían, eran los reyes quienes perdían la cordura por despecho. Todos sabían ser sublimes y mundanos sin siquiera haber abierto un libro, ni perdido sus horas en los cursos de Oxford o Cambridge.
Claro que, así como un perro acostumbrado a la vida fácil junto al amo ya no persigue gatos, los instintos de muchos se iban anquilosando por la falta de uso. Capaces de amar como Romeo u odiar como Edmundo, por falta de práctica, sólo conseguían balbucear las lineas de algún personaje menor e insignificante.
Ninguna historia carecía de fuerza o interés y, por ende, los libros de Shakespeare atraían tanto la atención como cualquier cosa que estuviese pasando a la vuelta de la esquina: lo que todos saben es quizás de lo que menos se habla. Y nadie hablaba de Shakespeare ni de su obra, tan sólo se limitaban a vivirla.
Y la vida siguió entre cálidas noches de sueños de verano y terribles tempestades; comerciantes mezquinos capaces de tratar hasta con carne humana; mancebos adornados como Rosaslindas, Rosalindas convertidas en mancebos; dictadores traicionados; maridos traicionados; padres traicionados; amantes traicionados; amigos fieles hasta la muerte.
Y así pasaron años, lustros, eónes sin que nadie mencionara jamás el nombre de William Shakespeare. Hasta que, finalmente un día, el hijo de un guantero de Stratford-upon-Avon decidió oír lo que había en su sangre, en la gente, y ponerse a escribir una parte de nuestro código genético.

31 agosto, 2010

Mientras No Oscurezca

¿Qué hiciste anoche? ¿Y dónde era la fiesta? ¿Cuantas habitaciones tenía la casa? ¿Qué tan antiguos los muebles? ¿Cuanta gente había? ¿Minas? ¿Cuantas en total? ¿Cómo estaban vestidas? ¿Preferís las botas con jean o zapatos y vestido? ¿Y el resto de la gente? ¿Vos a quién conocías? ¿Quién te invitó entonces? ¿Y nadie se dio cuenta? ¿Ya habían comido? ¿Y por qué había sobrado tanta comida? ¿Vos también tomaste? ¿Cuantas veces? ¿Y de qué hablaban? ¿Y vos que habías visto de Haneke? ¿Y los otros? ¿Y qué tiene que ver eso con el peronismo? ¿Cuantos estaban a favor? ¿De qué hablaba la morocha? ¿Que tan pronunciada la nariz? ¿Y vos las preferís así o chatas? ¿Estabas con tu novia, por qué no me dijiste antes? ¿Y ella que hacía? ¿Y desde cuando le interesa Flaubert? ¿También tomó? ¿Era su primera vez? ¿Y de dónde lo conocía? ¿Qué tipo de persona era? ¿Y quién puso la música? ¿Un disco o iban cambiando? ¿Y cómo bailaban? ¿Y vos mientras tanto? ¿Con quién? ¿Qué tan grandes? ¿Y de culo? ¿Qué edad tenían las que llegaron? ¿Bailaban entre ellas o también alternaban con otros? ¿Y vos desde cuando bailas eso? ¿Y tu novia? ¿Y a vos no te importaba? ¿Qué champagne? ¿Y de dónde sacaste las cerezas? ¿Quedaba rico o lo preferís solo? ¿Y qué hora era? ¿Quienes se habían ido ya? ¿Te la veías venir o no tenías idea de como era la cosa? ¿Y hacía calor o era una excusa? ¿Tanga o culotte? ¿Y quienes estaban con tu novia? ¿Quién fue el primero? ¿Y se miraban? ¿Qué era lo que más te excitaba? ¿Recién ahí te diste cuenta que estaban hechas las de la morocha? ¿Y quién la tenía más grande? ¿Qué tanto? ¿Cuanto duró? ¿De que era la torta? ¿Muy cansados quedaron? ¿Y se quedaron ahí o se fueron? ¿En taxi o caminando? ¿Me vas a responder alguna de las preguntas, o me vas a dejar preguntando sólo como un idiota?

18 agosto, 2010

El Petiso Orejudo

Petiso, asesino y orejudo. Qué madre, qué padre, no querría tener un hijo así. Por si fuera poco: Imbécil, Malvado, Animal, Idiota Afectivo y Degenerado son algunos de los epítetos utilizados en los informes médicos para referirse a Cayetano Santos Godino, un tipo peligroso, coinciden todos, y hasta yo estoy de acuerdo con eso.

11 junio, 2010

El Escudo de Atenea

Les voy a cantar la posta, la verdadera historia de como Perseo venció a Medusa.
Los detalles clásicos son moneda corriente, así que abreviaremos situando al joven héroe en la entrada del escondite, el antiguo templo de Atenea, donde la joven sacerdotisa fue presa de la lujuria del mar y pervertida en demonio.
(mira sus cuerpos de mármol asustado, sus rostros cegados en la eternidad, la rabia quieta, sus pechos inertes, inermes, inescrutables de glorias apagadas en una furia primitiva, horadados por vetas de cruento rubí)
Una serpiente puede percibir a un mamífero, por el calor que desprende, incluso a metros de distancia; con sólo extender su lengua adivinará nuestros rastros a través del tiempo. Y Medusa era mucho más que una serpiente. ¿De qué podría servirle entonces el dichoso casco que lo haría invisible? Bien en el culo se lo podía meter; no era a esos ojos a los que había que engañar.
(mil pedazos de luna, afiladas, frías y olvidadas, las armas descansan soñando muerte, un trozo de carne en que saciar su sed)
Y la espada... ¿de qué les sirvió a los que precedieron a Perseo? De nada. Ahí estaban aun, esperando, desparramadas por el piso o quietas en sus rígidos brazos.
Y, puesto que Perseo fue capaz de robar el único ojo a las tres hermanas, cabe suponer que no era ningún boludo. Se necesita astucia para enfrentar a unas señoras que nacieron ancianas y tejían intrigas antes de que se elevara el Olimpo. Estoy hablando de una astucia arrabalera; un tanto divina.
[Pasos: tierra, cielo, tierra, cielo, tierra y cielo. Aquí es siempre tierra, tierra y más tierra. El vientre contra el suelo, frío como la carne de los muertos, como espejos cargados de espanto.
Ojalá que este sea bueno, ojalá dure algo antes de morir.]
Sabía de un único escudo para el horror, pero tampoco había que llegar al extremo de Edipo. Con cerrar los ojos bastaba. Cerrar los ojos y confiar. Creer o reventar. Era la manera más fácil, más simple de entregarse. La forma de ganar su confianza.
(me desnudo de todo menos de mi, visto conmigo y mi carne y mi sangre y mi semen y los cientos de demonios que vagan por mi piel, que se retuercen invisibles y me abrazan. camino como una virgen al sacrificio, que acepta ser devorada por la divinidad, ser parte de ella)
[Sus músculos se tensan y aflojan, y vuelven a tensarse y distenderse, y a cada paso lo creo tropezar, pero es ágil como un gato, un pie tras el otro, el pene meciéndose entre sus piernas, avanza a oscuras, y se acerca mientras las sombras le queman la piel.]
Y hay que tener huevos. Y también estómago, pero sobre todo huevos. Era un tipo pintón, de eso no hay dudas. Un efebo en aquel entonces. Y te imaginás que Medusa no sabía para donde disparar, qué carajo hacer. ¿Era un mensajero, una ofrenda, un loco? Posiblemente, un poco de todo. Ella lo seguía atenta. Una duda, la más mínima alteración en su respiración, una sola feromona equivoca en el ambiente, y se iría directo al Hades, por decirlo de una forma correcta. Había que estar loco; pero la locura del hombre no es más que la cordura del cielo, y Perseo casi que era un dios.
[Le digo que se detenga. Su cara hace una mueca extraña. Me acerco y lentamente voy recordando. No es una mueca. Es una sonrisa. Cuando me doy cuenta una llama... no, un escalofrío, me recorre el cuerpo. Se queda quieto. Una hora quieto y en silencio. Quizás más. Lo observo respirar. Me acerco sigilosa y, con la punta de una flecha, trazo una breve marca en su pecho. Recoge la sangre en su mano y la lleva a su boca. Entonces dice: “Ahora me toca a mi”. Y camina ciego hacía cualquier parte, sabiendo que ahí me va a encontrar, y me encuentra.]
]) un brazo, un puente, unos pechos redondos y blancos (aunque solo pueda imaginar su blancura), finos como arena, que también son la tierra donde depositar mi cuerpo de naufrago, donde beber, recuperar las fuerzas, y más arriba su hombro. clavo mis dientes, grita, se abraza, se enrosca como si quisiera devorarme, y le digo que que ya estamos a mano. Una serpiente le muerde la frente. Son para asustar, apenas duelen. Él entierra sus dedos en mis cabellos, su aliento en mi boca. Al primer halago lo habría matado, pero calla. Y ahora ya no importa, puede decir lo que sea, pero sigue en silencio, apena si abre la boca y me muerde la lengua con sus colmillos, diez cuchillos rasgan mi espalda dulcemente. puedo hacerle sentir toda mi fuerza, pero dejo que su cuerpo húmedo resbale, la tomo de nuevo de sus cabellos, sus serpientes, que la llevan de mi boca a la cintura, donde siento su respiración agitarse, un áspid erguido y reflejado cien veces, cuando hacía tanto que no veía uno así, en todo su esplendor, y eso y empezar a frotarla por su cuerpo, y envolverla en la bífida punta de su lengua y sentir como un mar sus sabores, similares a los que él encuentra cada vez que su cola se enreda en sus labios, en su lengua, que perdida entre escamas la penetra, y desearía poder mirarle los ojos, quizás verdes como los míos, pero me contento con besarle los párpados, recorrer su rostro con mis lenguas y dejar que se hunda en mis pechos, y ahí, si quiere, que abra los ojos, que mire todo lo que quiera, y y que diga son las mejores tetas que he probado, su culo retorciéndose entre mis manos, firme y esquivo, y si no se la pongo creo que muero, pero ya sola va entrando, casi no hace falta acomodarla, es raro, más frío, caliente, y cada vez que entra es como si la sangre hirviera, desapareciera todo; y ella mientras tanto lo acaricia, lo recorre con su cola, por su espalda, por sus piernas, va acomodando la punta entre sus nalgas, y él se deja, y así siguen hasta quedar sin fuerzas, uno tendido junto al otro, en cucharita, él abrazándola por detrás ([
Entonces, ella lo acepta casi resignada, él comienza a asfixiarla haciendo una llave alrededor de su cuello. Se retuerce, su cola golpea contra el piso, trata de gritar; él tensa cada vez más sus brazos, deseando que termine rápido. Hasta que en un momento, nunca sabremos que fue primero, ella se queda sin aire, su cuello se quiebra. Lo que pasó luego, es historia conocida.

08 junio, 2010

La Literatura y la Magia

La literatura es como la magia.
Cuando uno escribe y logra sorprender, conmover, emocionar al otro, está haciendo una especie de truco. La persona que lee siente algo, pero no siempre puede explicarlo. Si el escritor comete el error de revelar el secreto (“lo que pasa es que hago esto, estaba hablando de aquello”), la ilusión se rompe, el truco queda expuesto y el lector dice “claro, era tan simple, se estaba refiriendo a eso que me había pasado y no me daba cuenta”, o algo así. Otras veces, el lector solo es el que descubre el secreto; eso lo alegra, lo llena de orgullo. Pero otras, las menos, uno escribe algo que lo llena de asombro, lo deja pasmado, y ni siquiera uno puede explicarlo. Eso es la magia.

28 mayo, 2010

El Azar y la Fe

Dios nos vive poniendo a prueba y, desde que elegí caminar a su lado, nunca me ha fallado, ni yo a Él.
Mi padre siempre decía que si no fuese por el hábito, yo no sería más que un sinvergüenza. Sin embargo, no puedo aceptar de buena gana tal aseveración. En la congregación que dirijo nadie duda de mi sinceridad. ¿Quién quiere en el púlpito a uno de esos charlatanes que hablan del fuego y nunca se quemaron? Todos saben que mis consejos, mis sermones, provienen de Dios, pero también de la experiencia.
Nadie ignora el hecho de que me gusta el juego, ni yo lo ando ocultando. Además, si tengo inclinación natural al mismo, es porque Dios así lo quiso, y como explicó San Pablo a los Corintios, es el deber de todo hombre seguir su vocación. Antes he de sufrir mil penurias que ir en contra de la voluntad Divina. Y sépanlo: cada mañana, al abandonar derrotado la mesa de los naipes para ir a dar misa, al doblar la esquina, Dios me espera para darme ánimos; para recordarme que mi esforzado ejemplo debe de servir de admonición a los creyentes. Sólo el temor a pecar de vanidad me impide pensar en el sacrificio que realizo día a día por el bien de los demás. Y sé bien que Dios así lo quiere.
Yo nunca especulo con las cartas. Nunca miento ni trato de correr a nadie. Mi juego siempre es el mismo, manso, tranquilo, a la espera de esa bendita carta, ese as en la última mano que haga torcer la partida y nunca, pero nunca, sale. Y tanta mala suerte no puede ser casualidad, hermanos. El que esa dichosa carta nunca salga sólo puede obedecer a un designio divino. Dios me quiere desafortunado en el juego, pero asaz en santidad. Si no, aunque sea una vez, tan siquiera una vez, me dejaría ganar. No puede ser de otra manera.
Amén.

01 mayo, 2010

Bice

Una tarde cualquiera
escupió en su rostro.
Unos años después
moría ignorando
su destino
de seglar eternidad.

Fue más que el deseo,
y también insignificante
Como muchos,
Como todos
No eligió su destino
Pero decidió el de otros.

26 abril, 2010

El dos puntos pe

Sin lugar a dudas nos encontramos frente a uno de los signos más ricos y enigmáticos surgidos a raíz de las nuevas tecnologías. Su mera contemplación nos llena de extrañeza, felicidad, terror, furia, complacencia, sarcasmo, nauseas y mareos. O al menos un subconjunto, a veces vacío, de dichas emociones. Es que su naturaleza indómita y pretenciosa no se contenta con la mera enunciación de una idea, y a veces incluso sospechamos que desea abarcar todo el lenguaje.
La historia de los emoticons, desde su invención en 1857, pasando por la revista puck hasta las novelas de ciencia ficción del 40, es por todos harto conocida. Pero no es hasta la llegada de Internet que estos, aunque más bien debería decir éste, cobran real preponderancia en el lenguaje de otakus, floggers, emos, compadritos y orilleros. Todos nos hemos enfrentado a estos (los emoticons, aunque también a los emos) más de una vez, y todos hemos sido derrotados varias veces por el mismo, el inefable dos puntos pe.
Su significante es harto conciso: el signo “dos puntos” seguido de una letra “pe”, preferentemente mayúscula, o sea, :P. Su significado, en cambio, es un oscuro pozo en el que se ahogan los anhelos de compresión y entendimiento de todos aquellos que se topan con el mismo. Idealmente, y despojado de todo trasfondo, el signo se interpreta como un rostro mostrando la lengua. Los dos puntos representas los ojos; la letra pe una boca en la cual sobresale la lengua al costado. Pero detengámonos en un detalle: si observamos el trazo de sus labios, notaremos que esta boca no sonríe ni demuestra amargura, y éste es uno de los puntos que más empañan su interpretación.
Habiendo establecido y estudiado sus rasgos superficiales, echemos un vistazo al signo en acción. Mi primer encuentro con el dos puntos pe fue al comenzar mi relación con Amelia. Yo entonces trataba de seducirla insinuándome con frases poco pudorosas a través del chat, cuando apareció ante mi ese rostro incitándome, su lengua que asomada entre los labios, golosa, acariciándolos cómplice.
El dos puntos pe confirmaba su excitación. Mi táctica está dando resultado, me dije, pero como no quería propasarme en el primer encuentro, opte por introducir un chiste con el cual templar el ambiente. Grande fue mi sorpresa al ver nuevamente esa lengua. En un principio pensé que quería seguir con el cachondeo, pero luego, al aguzar la vista, distinguí que tan sólo era un gesto inocente, que esa pe tan sólo escondía una sutil y juguetona replica a mi broma, símil al gesto del niño que enseña la lengua.
Con el tiempo nos fuimos conociendo y hasta nos enamoramos un poco y, cuando sentí que había llegado el momento, decidí abrir mi corazón y proponerle que me acompañase en una sesión de masoquismo mellada con algunas otras prácticas sexuales poco ortodoxas a las cuales era adepto en aquellas épocas. Lo que nunca hubiese imaginado sucedió: se había roto el encanto. Amelia, asqueada ante mi propuesta, me enseñaba un rostro crispado por la repulsión, la legua afuera, como si estuviese a punto de vomitar. En ese momento sentí que el dos puntos pe era inequívoco, terminante. Pero también cabía la posibilidad de que fuera una legua socarrona, que hubiese tomado mi declaración como una mera chanza, un chiste de los que solíamos hacernos, después de todo ella tampoco era una monja y siempre bromeábamos con frases subidas de tono. Sin saber que hacer, y aprovechando que mi mejor amigo estaba conectado, pedí su consejo. Me respondió que para él, sin lugar a dudas, esa lengua se estaba relamiendo los labios en señal de deseo, que siguiera adelante. Quedé completamente perplejo, desahuciado, no sabía que responder.
Podría terminar de contar esta historia, pero seguramente ustedes habrán pasado mil veces por situaciones similares. Prefiero no aburrirlos y seguir con otros ejemplos de la enorme y desesperante versatilidad de este signo lingüístico.
Me vienen a la mente un sinfín de situaciones, aunque no en todas he sido yo el protagonista. Por ejemplo, el otro día una amiga me contaba que cada vez que le cuenta su novio como le fue en el día, no tarda mucho en verlo asomar la lengua en señal de cansancio y hastío, como pidiéndole que se calle. Ésto no es nada raro, sé de mucha gente que al conectarse por las noches, luego de un arduo día de trabajo, al ser interpelada acerca de cómo anda responde siempre con el simpático dos puntos pe para indicar que está muerta de cansancio. O cachonda, o asqueada, todo depende del día, claro.
Una de las historias que más me llamó la atención fue la que me refirió un taximetrista durante un viaje desde el Monumento a la Florida. Resulta que el tipo andaba de trampa con una mujer que había conocido en el taxi. Una mina de guita, que parece se le había enamorado. La mina se había casado por interés, y él le decía que lo deje al marido, que se vaya a vivir con él, pero ella no se animaba. Entonces un día estaban meta chatear y chatear que consigue convencerla, y ahí mismo la mujer se pará y le cuenta todo al esposo. Le dice que lo va a dejar. ¿Y entonces que pasó? Él le preguntaba pero la mina del otro lado nada. Ni una palabra. Y medio que se empezó a preocupar, y ya casi que estaba por llamarla por teléfono, cuando vio el siguiente mensaje: “mi marido... :P”. Y claro, no entendía nada. La mina muda, ni una palabra, no atendía el teléfono. En principió pensó que el tipo se le había cagado de risa, que se había burlado. Estaba hecho una fiera, lo quería cagar a trompadas. Al final, después de un par de días, volvió a comunicarse con su amante. Parece que al enterarse del asunto, el marido se había ahorcado ahí mismo, después de discutir con ella. La mina lo había encontrado así, colgando del techo, con la lengua afuera, y a falta de palabras, sólo había podido apelar al oscuro signo para describir el cuadro.
Como verán, el dos punto pe se presta para todo, desde la rebeldía adolescente hasta las consultas médicas por chat, tan en boga hoy día en las regiones rurales y los universos virtuales. John Pasche, un precursor sin lugar a dudas, se habría inspirado en el mismo a la hora de crear el conocido logo de los Rolling Stones. Es difícil comprender hasta que punto este signo está inserto en nuestra cultura, y no es cosa de ahora, ni siquiera de hace un siglo, la cosa viene de mucho antes.
Al ver en el escudo de Atenea el Gorgoneion (la cabeza de Medusa, hirsuta de sierpes y con la lengua afuera), no puedo evitar remitirme al irredento dos punto pe, que en certera elipsis destila lo más significativo del símbolo, despojando al rostro de Medusa de todos sus atributos, excepto por esa inquietante lengua que no deja de recordarnos el terror y la locura.
El Gorgoneion fue usado ampliamente en la antigüedad como amuleto para alejar el mal. El intimidante rostro de la Gorgona, situado a la entrada de un templo o una casa, advertía al indeseado visitante que no era bienvenido. Se utilizaba para marcar límites: de acá en más está prohibido pasar, mejor no te metas. Ese gesto ancestral, utilizado por Zeus y Alejandro Magno para amedrentar a sus enemigos, hoy convive entre nosotros y ya nadie le teme, sino más bien todo lo contrario. Esto, en principio, parecería algo extraño, pero se explica por la más simple de las razones: no existe nada más delicioso y tentador que lo prohibido.

05 abril, 2010

Era la noche

Al principio me pareció extraño, pero al encontrarla en la cocina y, a pesar de mi sorpresa, tan en su casa, me tranquilicé. No me dio tiempo a que le hiciera muchas preguntas, Vamos, me dijo, que llegas tardísimo al trabajo, Qué trabajo, pregunté yo, Ya quisieras no tener que trabajar, dijo riendo mientras me entregaba el desayuno en una bolsa de papel madera y me empujaba por las escaleras: Por ahora sos taxista en Nueva York, así que mejor te apurás si querés conservar el empleo.
Al salir a la calle, aun desorientado, caminé dos cuadras a la derecha, una a la izquierda, y allí estaba mi coche. Al terminar el día había peleado con casi todos los pasajeros, me había perdido unas cinco veces tratando de volver a casa, y estaba completamente convencido de que me había vuelto loco. Mi esposa me recibió con una sopa de almejas y galletas saladas. Yo tenía tanta, pero tanta hambre, que decidí olvidar todo por unos minutos y disfrutar del banquete. No entiendo, pensé que vivíamos en Rosario, dije al terminar, no te resulta raro todo esto, Raro me resulta que después de haberte preparado tu comida favorita, y teniendo en cuenta que me puse el conjunto de encajes que ayer me regalaste, aun no te me has tirado encima. Entonces pensé que podíamos seguir hablando luego, que ahora había cosas más importantes, y que no había nada más hermoso que terminar el día a su lado y pasar juntos la noche.

20 febrero, 2010

Mientras tanto...

Una fría mañana luego de un sueño agitado, yo, que no era más que una pobre cucaracha de Praga, desperté convertido en un pálido hombre de negocios. Me encontraba aun en el callejón donde había pasado toda mi vida, tirado plácidamente entre la basura.
Mi primera reacción, un infructuoso intento por levantarme, tuvo por consecuencia la muerte de la mitad de mi familia. El resto de mis hermanas, varios primos e incluso mi madre indignada, corrieron a esconderse con más susto que asombro. Mi novia, junto a quien había pasado la noche anterior, se encontraba aplastada bajo la manga de mi saco. La descubrí al notar la risa sarcástica de Margarita, una vecina que desde hacía un tiempo se me venía insinuando. Limpié sus restos con unas solemnes palmaditas y aproveché para mirar la hora. Noté azorado que había perdido el tren de las cinco, pero si me apuraba podía alcanzar el de las siete. Tomé el maletín que se encontraba a mi lado y empecé a correr.

25 enero, 2010

Allá a lo lejos, aquí tan cerca

Con sus vericuetos aristas esquinas sótanos y azoteas mirando al sol hasta volverse penumbra diáfana en la bruma de la noche de tanto buscar gozando hasta el devenir de la aurora que se resiste retorciéndose en el horizonte como una serpiente que vomita páprika y pimienta en el cielo y se da contra el suelo y se pierde en un caleidoscopio de polvo y fuego mientras sueñan con volver a encumbrarse en la cima del miedo y la dulzura en el cálido aliento que arroja la manía en su boca de dragón y misterio.
***
Bueno, aparte de eso, quería aprovechar para comentarles que hoy, Lunes 25 de Enero, estoy cumpliendo 30 añitos, así que se aceptan saludos (y regalos también ya que estamos :P). En otro orden de cosas, les comento que junto con Laura Luz hicimos un relato que está publicado en el blog de MariaC. Así que si gustan, pasen y lean: Un tal Esteban

03 enero, 2010

El tiempo del lobo

Llegó el tiempo del lobo. Sólo pienso en coger. Sólo pienso en matar. Morir salvaje.
Nos están cazando. Las ciudades fueron devoradas. Sólo uno cada cien aun sobrevive. Es mejor andar solo. El fuego, un lujo, muy peligroso. Hay que aprovechar la sangre brotando caliente, dulce manantial de vida.
De a poco vamos olvidando las palabras, ya nadie confía.
Comienza a correr cuando me descubre al acecho. Es apenas una niña, cosa fácil. Al ser atrapada no grita, no tiene miedo, guarda sus fuerzas para la lucha. Lo más rápido es quebrarle el cuello, sin embargo, observo pasmado, la estoy abrazando. Sus se uñas se clavan en mi rostro. Pienso en romper sus muñecas. Hago presión en sus manos, frágiles, las aparto. No comprendo qué pasa, maldito instinto. Saco el cuchillo y, presa de un reflejo involuntario, corto un pedazo de queso de mi morral. Le pregunto si tiene hambre. Se lleva un trozo de queso a la boca mientras tiembla.
Le entrego mi saco y me voy, no puedo dejarme caer en la tentación de seguir cuidándola.