Había
estado esperando más de un cuarto de hora, hasta que su suegro
terminó el vaso de whisky y fue a servirse otro. El gran hombre se
la pasaba hablando de dinero, sugiriéndole negocios, y tenía la
molesta manía de colgarse de su brazo para reclamar su atención.
Por suerte había quedado atrás, y antes de notar su ausencia,
estaría aburriendo a algún otro con sus peroratas. Atravesó el
salón –donde algunas parejas comenzaban a bailar– y se escabulló
de la fiesta ajeno a las miradas.
Conocía
bien la casa de su anfitrión y, aún en completa oscuridad, le fue
fácil sortear el laberinto de habitaciones que mediaban entre él y
su amante. Al acercarse, la oyó respirar agitada tras la última
puerta que los separaba. Se acercó e silencio, tratando de
sorprenderla por la espalda. Sus manos buscaron su cintura y, antes
de siquiera rozar su vestido, una avalancha de golpes cayó sobre
pecho.
–¡Usted
otra vez! –dijo la chica sin levantar demasiado la voz–. ¡Váyase
o tendrá problemas!
–Pero...
mi amor... –atinó a decir mientras retrocedía.
Entonces oyó
algo, un grito o un suspiro, y los golpes se calmaron.
Ahora una
mano tocaba su pecho, le tiraban suavemente de la barba, se deslizaba
hasta su mejilla, se apartaba un segundo y volvía en forma de una
sonora cachetada.
–¿Cómo
pudiste tardar tanto?
–Es que el
señor....
–Alguna
señorita querrás decir...
–Te juro
que hice lo imposible por venir antes, pero...
–Estarías
entretenido con alguna de esas...
–Pero no,
vine tan pronto pude...
–Te odio,
Ivan –dijo la mujer mientras se enjugaba una lágrima–. No te
imaginás lo que pasé, lo que me hiciste pasar.
–Fueron
apenas unos minutos, traté de venir...
–Un hombre
trató de aprovecharse.
–...es que
el señor... ¿Cómo? ¿Un hombre qué?
–No te
hagás el inocente.
–¿Qué un
hombre te hizo qué?
–Entro a
la habitación mientras te esperaba y se hizo pasar por vos.
–¿Qué?
¡Te juro lo mato! ¿Quién fue?
–No pude
verlo, estaba muy oscuro. Pero vos seguro sabés algo. ¿A quién le
contaste que venías?
–A nadie.
Cómo se te ocurre. ¿Pero qué fue lo que...?
–Sabía lo
que hacía, Ivan. ¿Me podés decir como encontró la habitación?
–¿Estás
bien? ¿Te tocó?
–Seguro
que el señor se puso a alardear, a contarle a sus amiguitos lo que
estaba por hacer, y claro, alguno aprovechó y se te adelantó... a
menos que vos...
–¿Estás
loca? Nadie sabe de lo nuestro, cómo se te ocurre. ¿Qué fue lo que
te hizo?
–Espero
que no hayas tenido nada que ver... porque el tipo entró de los más
tranquilo. Vos sabés como soy, estaba impaciente. No soporto esperar
más de dos minutos. Y cuando te oí entrar corrí a besarte...
bah... a besarlo, en realidad.
–¿Y él?
–Él no se
quedó atrás... Un depravado.
–¡Hijo de
puta! –dijo mientras sentía que se salía el corazón del pecho–.
Decime que no...
–Hice lo
que pude...
–Pero cómo
te vas a confundir. ¿Usaba mi perfume?
–En
realidad no olía muy bien.
–¿Era
igual de alto?
–Un poco
más bajo, creo.
–Claro,
ahora entiendo. Como yo tardaba te dio lo mismo cualquiera...
–Hice lo
imposible por alejarlo, vos no sabés...
–Pero veo
que no fue suficiente...
–Di un
grito. Pero pensé que si venía alguien... ¿Cómo explicaba lo que
estaba haciendo en...?
–Y
entonces se aprovechó –dijo con más tristeza que vehemencia.
–No, se
asustó. Se fue. Fue solo eso, un beso –dijo ella e hizo un gesto
como si quisiera escupir, o sacarse algo de la boca–. Me quedó un
sabor horrible, como amargo.
–¿Un
beso?
–Apenas
nos rozamos... pero fue horrible.
Él volvió
a respirar y comenzó a acercarse, a buscar sus manos.
–Perdoná
–le dijo tratando de hacer las paces–, vine lo más rápido que
pude. ¿Cómo podía imaginar que alguien andaría dando vueltas por
la casa?
–Creo que
nunca me voy a olvidar, Ivan –dijo ella tratando de zafarse de sus
brazos.
–Pero fue
solo un beso –dijo él, atrayéndola a su pecho.
–¡Basta!
Yo estaba sola. No entendés...
–Tampoco
habrá sido para tanto –dijo él, ya con tono meloso, y le dio un
besito en la mejilla.
–Un beso,
solo un beso –volvió a decir–. ¿Qué mal puede hacer un beso?
–, preguntó tratando de besarla nuevamente mientras ella alejaba
el rostro. Él la abrazaba más fuerte, ella forcejeaba para
soltarse. Él buscó directamente su boca, ella le mordió la lengua.
–¡Basta,
te dije! –y luego agregó en voz baja–. No estoy de humor.
–Pero ya
estamos acá. ¿No vamos a...?
–No vamos
a hacer nada –completó la frase–. No entiendo cómo podés
pensar en eso después de lo que pasó.
–Pero si
fue sólo un beso –dijo como si hablara de un mosquito.
–Mejor
volvamos a la fiesta. Se van a dar cuenta.
–Bueno –la
cortó él ofendido–. Quizás fue más un beso. Por lo visto vos
quedaste bastante satisfecha.
Volvió a
golpearlo en la cara.
Primero
salió ella. Él la siguió sin perderla de vista, guardando la
distancia, hasta que entraron nuevamente al gran salón donde se
celebraba la fiesta.
Habían
asistido la mayoría de los directivos de la empresa, y también
algunos empleados de rango. Todos bebían, reían, bailaban. Hasta
los más tímidos y modestos parecían estar pasándola bien. Por un
segundo, posó sus ojos en un enjuto y gris empleado de contaduría
que hablaba a sus anchas con la esposa del director, casi como si
fuera un gran hombre, a pesar de sus patillas de lince y sus
ridículos anteojos. Volvió la vista hacía donde la había dejado.
Sólo encontró a otros cuerpos ocupando su lugar; algunos parecidos,
pero ninguno el de ella.
Tomó una
copa y se quedó parado en un rincón, escrutando los rostros de los
invitados, tratando de adivinar, de descubrir, quién había sido el
hijo de puta que le había arruinado la noche.
6 comentarios:
En el siguiente link se puede leer el disparador de este cuento: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/rus/chejov/beso.htm
(qué dicho sea de paso, es mucho más recomendable que mi humilde texto).
Saludos, y espero que les guste.
Me gusta.
Pero seguro pasò algo mas. La mujer parecìa muy lanzada,che.
Un abrazo.
Me alegro que te haya gustado, Gaucho.
Siempre está pasando algo más, pero solo vemos la punta del iceberg.
Abrazo!
no sean mal pensados che!
no paso nada mas que un beso!
pero a pesar de que ella se habia depilado y demas, de que estaba repreparada, mientras lo esperaba se dio cuenta que le vino!!
por eso la ciclotimia tambien!
y si, los hombres a veces son lentos, que se jodan por tardar!
(sisisis yo te invento el resto de la historia y que)
beso
:)
Jajaja, es así, Coneja. Y hace muy bien en inventar la historía.Yo hice lo mismo con el cuento de Chejov, y ojalá cada lector vaya aportando lo suyo.
Beso!
Thanks!
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