17 marzo, 2009

Bichitos de la luz

El hombre necesita comer para vivir, y la naturaleza no tuvo mejor idea que atar esta necesidad al placer, para asegurarse que uno dedicase el esfuerzo necesario en no dejarse morir de inanición. A la mayoría de los mamíferos nos sucede algo parecido. A los reptiles, por otra parte, la comida no les seduce tanto. Sin embargo son capaces de hacer uno que otro truco para conseguir tirarse a reposar bajo el sol, o una lampara de rayos infrarrojos si vamos al caso. Desconozco por completo lo que pasa por la cabeza de una jirafa, un faisán o un cocodrilo, pero no me molesta en lo absoluto abusar del principio de inducción y suponer que estos también experimentan placer al encontrarse con aquel objeto que moviliza su deseo. Es así como llegamos de imprevisto a la orgía que representan cientos de bichitos de la luz golpeando una y otra vez su cabeza contra un tubo fluorescente hasta morir de éxtasis.

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